miércoles, 19 de diciembre de 2012

God Save [The Queen] … 20.000 millones de libras!


Aprendiendo en carne ajena


20.000 millones de libras para la Reina
En el Gobierno Británico andan también con las tijeras al aire chasqueando el filo, amenazantes y dispuestos a cortar cualquier gasto que se atreva a levantar el dedo, sin preguntar siquiera a qué mano pertenece. Entre sus objetivos está el de reducir en 20.000 millones de libras esterlinas (casi 25.000 millones de euros) los gastos del National Health Service en el período 2011-2014. Por supuesto que para ellos no se trata de recortes sino de mejoras en la eficiencia del sistema y las focalizan sobre cuatro aspectos fundamentales: mejoras en la calidad, la innovación, la productividad y la prevención.

El balance de los dos  primeros años (2011-2012) parece alentador. Los costes se han reducido en 5.800 millones de libras y en el Departamento de Salud rápidamente han sacado pecho presumiendo de ese logro. Pero hete aquí que el National Audit Office (NAO) en un reciente informe sobre el progreso de esos objetivos de ahorro ha venido a descubrir algunos borrones de no poca monta que conviene tener muy presentes. Si copiamos (imitamos) su magnífico modelo de asistencia sanitaria para nuestro Sistema Nacional de Salud seguro que también copiaremos, corregidos y aumentados, los errores que están cometiendo allí, aunque solo sea por aquello de empecinarnos en tropezar con la misma piedra las veces que haga falta hasta que la piedra se quite de en medio (aunque todos sabemos que las piedras no tienen piernas).

El primero de los avisos del NAO es que una gran parte del ahorro se ha conseguido por la vía de lo fácil: reducción de las tarifas pagadas por cada servicio prestado, congelación salarial de empleados y utilización de contratos temporales (creo que esta música ya la estamos escuchando aquí).  Queda ahora la vía de lo difícil: la bolsa de ineficiencia que tiene que ver con la gestión y los procesos clínicos. ¿Quién le pone el cascabel al gato?.

Un  segundo aviso importante es que no se sabe a ciencia cierta si esta fiebre ahorradora está suponiendo una restricción inapropiada del acceso de los pacientes a los servicios sanitarios. De hecho ya ha habido varios grupos sociales que han alertado y mostrado su preocupación por esa circunstancia.

Otro problema quizá más mundano, pero que aquí con la picaresca española seguro que lo explotaremos “ad maximum”, es el de las dudas sobre los datos suministrados por los centros sobre sus cifras reales de ahorro. Pues sí, también allí por lo visto saben de maquillaje de datos. Imagínense aquí, con la experiencia que tenemos ya en Bankia …

Por otro lado,  mucho del ahorro generado hasta el momento (cerca de un 10 %)  es ahorro no recurrente; es decir, que solo puede hacerse una vez y no es sostenible en el tiempo, como por ejemplo venta de edificios o plazas vacantes de profesionales sin cubrir. Sólo los ahorros recurrentes pueden consolidar las mejoras en la eficiencia, el resto es "pan para hoy y hambre para mañana".

Por último y verdadero nudo gordiano de la cuestión, es que, para el NAO, el camino de las mejoras de la eficiencia pasa necesariamente por la transformación interna de los servicios, principalmente por la integración de niveles asistenciales y por un mayor protagonismo de la asistencia primaria. Y en eso están todavía muy verdes. (¡no te digo aquí!) Quizá porque, como advierten,  ese tipo de cambios lleva su tiempo y al principio en lugar de ahorro, por el contrario, pueden significar un mayor coste (inversión). Y parece que ni allí ni aquí, nadie está por gastar más.

La transformación y reconfiguración de los servicios sanitarios es una prioridad urgente y así lo señala Gareth Iacobucci en un reciente editorial en el British Medical Journal ( Iacobucci G. NHSmust start reconfiguring services if it is to meet savings challenge, saysNational Audit Office. BMJ 2012; 345:e8480). Los ejes principales de esa transformación también está marcados: integración de niveles y protagonismo real de la atención primaria. Hace falta, como señala Iacobucci, hacérselo comprender a los ciudadanos y que los políticos tengan capacidad y decisión para liderarlos. ¡Ahí es nada! .


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