lunes, 31 de diciembre de 2012

Fin de año

Esperando el fin.. de año


Para celebrar el fin de año, un vídeo de otro de los grandes grupos que me encantan (tengo casi toda su discografía): Linkin Park . Os propongo un tema muy apropiado para este día Waiting fo the End. (por favor, A TODO VOLUMEN)

Para todos un ¡FELIZ 2013!. 


viernes, 28 de diciembre de 2012

Se acabó la bata blanca


Nuevos uniformes médicos basados en la evidencia



EL DR CLEMENT VESTIDO CON EL NUEVO UNIFORME MÉDICO
Nada ya en la asistencia clínica puede eludir el filtro de la Medicina Basada en la Evidencia (MBE). Todos los procedimientos, técnicas,  actuaciones, decisiones y recursos técnológicos utilizados con los pacientes deben tener un respaldo científico contrastado que garantice la consecución de los mejores resultados posibles en todo momento. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el nuevo diseño de uniformes médicos presentado por Rhys Clement en uno de los últimos números de este año del British Medical Journal (Clement R. Is it time for an evidence based uniform form doctors BMJ 2012;345:e8286). Tras un estudio de revisión verdaderamente singular y laborioso, Clement, residente de 4º año de cirugía ortopédica y traumatología, ha reunido el conjunto de evidencias necesarias para poner en cuestión las prestaciones higiénicas del clásico uniforme de bata blanca de “andar por planta” de los médicos y de los  pijamas verde eléctrico o los más almibarados azul cielo de los quirófanos y proponer en su lugar un nuevo diseño en la vestimenta de los doctores y resto de profesionales sanitarios, mucho más actual e innovador, aplicando a los requisitos establecidos por el Departamento de Salud Británico en su Guía sobre el uniforme y política de vestimenta de trabajo para los empleados del National Health Service los últimos hallazgos de la ciencia.

lunes, 24 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD

Una semana de blogero

Cumplo exactamente una semana de "blogero" y ya me ha dado tiempo de entender perfectamente que esta es una actividad más trabajosa y complicada de lo que uno podría creer en un principio. Pero bueno, prometo seguir haciendo aportaciones en cuanto acabe con los turrones de estas fiestas. Espero que los polvorones no me sequen el jugo del cerebro. 

Como felicitación de navidad os dejo un vídeo de GREEN DAY, un grupo algo cañero que me gusta tanto que lo tengo como sintonía del móvil.  Aunque yo me enganché con ellos con la canción Holiday, en esta ocasión os dejo con un tema algo más tranquilo:: ¡Viva la Gloria! 





domingo, 23 de diciembre de 2012

Un enfermo crónico

Ciencia y caridad con nuestro SNS

CIENCIA Y CARIDAD (Picasso)
Conservo todavía, como si fuera un incunable, una copia del Informe y Recomendaciones de la Comisión de Análisis y Evaluación del Sistema Nacional de Salud de julio de 1991, el conocido como Informe Abril, en honor a Fernando Abril Martorell, político que actuó como presidente de dicha Comisión. Ni siquiera se trata de un ejemplar original sino de un simple cuadernillo de fotocopias en una espiral de alambre con tapas de plástico que con el paso del tiempo ya se han vuelto amarillas y comienzan a cuartearse, como la piel de un viejo. Lo conservo por una especie de nostalgia azulada que me retrotrae a aquellos años en los que, por supuesto, yo era mucho más joven (21 años más joven), tenía la ilusión y la fuerza de los primerizos y, recuerdo, estudié entonces con nervioso detenimiento aquel documento que para mí representaba algo así como los augurios de la Pitonisa sobre el futuro del recién nacido Sistema Nacional de Sanidad, un recién nacido aquejado, por lo visto, de una grave enfermedad, que había requerido, para calmar la ansiedad de familiares y amigos, de los consejos y pócimas de un equipo de expertos, recogidos de entre los más doctos de todo el reino.


¿Cuál era el mal que padecía nuestro SNS?. Los cuatro síntomas capitales del cuadro clínico estaban magníficamente trazados en la exposición de motivos de la proposición parlamentaria por la que se instaba al Gobierno a la constitución de la Comisión para la revisión y evaluación del SNS:

-     Imparable aumento de los gastos sanitarios (se habían duplicado en términos de PIB en  los 20 años precedentes)
-        Profundas mutaciones demográficas:
o   envejecimiento progresivo de la población
o   crecimiento del número de personas vulnerables y dependientes
o   aumento del número de enfermos crónicos
-        Nuevas actitudes sociales:
o   aumento del consumo sanitario
o   prevalencia de estilos de vida “arriesgados
-     Aceleración creciente del progreso técnico-médico que encarecía cada vez más la prestación asistencial sin mejorar la productividad.

Reviso esos motivos, como el que ojea retrospectivamente la historia clínica de un enfermo para poder rastrear el origen de su estado actual de salud y llego a la conclusión de que, tras más de 20 años, ninguno de esos síntomas ha desaparecido e incluso algunos han ido a peor.  En sintonía con los tiempos, la enfermedad de nuestro SNS se ha cronificado, nuestro SNS es un enfermo crónico.

No culpo de esta cronificación a un error sustancial en el plan de tratamiento aconsejado por aquella Comisión en aquel momento. Pese a que alguna de sus prescripciones concretas encerraba graves efectos adversos (copago, por ejemplo) y hubo que descartarla desde el principio, el principal problema fue que el grado de adhesión terapéutica del enfermo al conjunto del plan fue bastante escaso. Y encima, posteriormente, se fraccionaron sus cuidados en diecisiete unidades de enfermería diferentes (CCAA) sin que nadie ejerciera de claro responsable para coordinar todo el proceso. Ahora que el enfermo está de nuevo agonizante cada cual se atreve, desesperado, a recetar su propia medicina: unos el céntimo sanitario, otros abandonar los servicios a un gestor privado, otros cobrar por el transporte sanitario o recortar el acceso a quienes no tienen nada, ni siquiera  permiso para vivir. ¿Alguien es un sano juicio puede creer que de esta manera puede solucionarse algo?.  

Creo que haría falta reunir de nuevo un consejo de doctores y arbitrar un nuevo plan terapéutico, global, integral, participativo y coordinado, como ahora marcan la nuevas tendencias estratégicas de atención a los enfermos crónicos. 

Un poco de ciencia ... y algo de caridad también para nuestro SNS.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Reformas necesarias... pero con cabeza

...!ahí tenéis la tarea¡


¿Cuál tarea?
La Organización Médica Colegial (OMC) presentó anteayer públicamente en rueda de prensa y anteriormente, que sepamos, de forma más personal a los Presidentes de las CCAA de Galicia -Alberto Núñez Feijoo-, promotor inicial de la idea  y de Castilla-León -Juan Vicente Herrera- el documento Profesión médica y reforma sanitaria propuestas para una acción inmediata , en el que se concretan una serie de propuestas para reformar nuestro Sistema Nacional de Salud con el objetivo de garantizar su sostenibilidad y calidad futuras o más exactamente, como de forma un tanto ecléctica se plasmó en el encargo “conocer la opinión de la profesión médica sobre las tensiones por las que está atravesando la sanidad pública en nuestro país”.

El documento ha sido elaborado por diez profesionales elegidos según un criterio que se nos escapa pero el resultado, en mi opinión, ha sido francamente bueno. Tras un diagnóstico preliminar preciso y muy sensato de las principales dolencias de nuestro sistema en el que, eso sí, se nota que cada autor arrima un poco el ascua a su sardina –casi se pueden ver los despachos desde donde se ha redactado cada parte- se trazan con mucho acierto las líneas maestras que debería seguir esa reforma y con las que coincido plenamente:

1.    Necesidad de acuerdo político: parece una obviedad, pero es, efectivamente, lo primero. No puede hacerse una reforma del SNS solo desde un color político, por mucha mayoría que se tenga y con independencia de la gama de color con la que cada cual se haya hecho el traje.
2.    Financiación sanitaria estable y equilibrada: como decía la canción: “sin dinero ya no hay rock and roll”. Tumbar la financiación desde aproximadamente el 7% al 5,1 % del PIB en 2015, como dice el Programa de Estabilidad del Reino de España 2012-2015 presentado a la Unión Europea, es un disparate de tal calibre que exigiría que alguien nos explicara, con el detalle de un manual de instrucciones, cómo se va a hacer eso.
3.    Promover el Buen Gobierno a nivel del SNS. Principalmente con leyes y reglas de juego claras, recuperación del concepto de ciudadanía sanitaria y una clara separación de la función agencial técnica (se ha hablado del hispanoNICE) y la política (principal).
4. Buen Gobierno y Buena Gestión en los Centros y Servicios Sanitarios Públicos: Esta es una petición que viene por parte de la OMC desde 2005 y de esto ya decíamos algo en el primer post y sobre la cual la Sociedad Aragonesa de Calidad Asistencial (SACA) organizó un debate el año pasado.
5. Profesionalismo y creación de capital clínico, ético y gestor en las profesiones sanitarias. Los profesionales tienen que ser los principales agentes del cambio, sobre todo porque en su actuación clínica radica tanto la parte más sustancial de la calidad de la asistencia como el origen primordial de las decisiones sobre su coste. Los profesionales sanitarios, cuando menos los médicos, están por la labor.

Reconozco que siempre he sido un poco refractario a las acciones de los Colegios Oficiales de Médicos o de otros grupos de profesionales amparados en instituciones similares , sobre todo por el rancio tufillo corporativista que siempre han desprendido, pero en esta ocasión creo que han llevado a cabo una iniciativa muy válida e interesante. Felicito por ello a la OMC. Y a los políticos, siempre sordos, banales  y huidizos,  les conmino…¡ ahí tenéis vuestra tarea!.

Perros en vez de médicos

Diagnóstico por el olor

beagle macho de 2 años cuyo nombre no se ha hecho saber
No he podido resistirme, y aunque se aleje un poco de los contenidos de este blog, hoy traigo a colación una curiosidad realmente original. A un equipo de investigadores holandeses, no se si estimulados en su imaginación por los recortes que allí también se aplican, o vencidos por una oculta ternura a los caninos, se les ha ocurrido la genial idea de utilizar el agudo olfato de un perro, en lugar de los test clásicos de laboratorio para detectar a los pacientes con infección por Clostridium difficile.

No me lo invento. El estudio se ha publicado en el BMJ (Bomers MK, et al. Using a dog’s superior olfactory sensitivity to identify Clostridium difficile in stools and patients: proof of principle study BMJ 2012; 345:e7396) y consistió en hacer oler a un perro previamente entrenado (un beagle macho de 2 años cuyo nombre no se ha hecho saber) las muestras de heces de varios pacientes infectados por C. difficile, así como las de otros pacientes sin infección (estudio de casos y control). Después, contentos con los resultados conseguidos (no se equivocó ni una sola vez: sensibilidad y especificidad 100%), probaron a ver si el perro era capaz de detectar a los enfermos infectados en rondas de paseo por las habitaciones de los dos hospitales participantes. Aunque aquí bajó algo su efectividad (sensibilidad 83%, especificidad 98 %), los resultados fueron también magníficos. No sabemos si el perro se tensaba en una muestra, como los de caza, señalando con su cuerpo inmóvil la presencia de un enfermo o simplemente se limitaba a menear el rabo, que en esos detalles no se ha entrado. Pero el caso es que superó en rapidez y precisión a cualquier prueba convencional.

El problema de las infecciones por C. difficile en los hospitales ha aumentado en los últimos años asociada principalmente al incremento del consumo de antibióticos. Produce la denominada “enterocolitis pseudomenbranosa” y su incidencia media en Europa se ha establecido en 4,1 casos por cada 10.000 ingresos hospitalarios, aunque en USA parece que esta cifra es bastante más alta, lo que ha tenido reflejo incluso en unas mayores tasas de mortalidad por esa causa (de 5,7 ha pasado a 24,5 fallecimientos por cada millón de habitantes). Varias sociedades científicas tienen guías específicas para minimizar el impacto de estas infecciones en los centros sanitarios. Entre las principales medidas está la rápida identificación de los enfermos para poner aplicar las medidas de control y el tratamiento necesario para prevenir su transmisión. Y en rapidez, desde luego, nadie ha ganado a nuestro beagle macho de 2 años cuyo nombre no se ha hecho saber.

Yo trabajo en un Servicio de Medicina Preventiva, entre cuyas misiones está, precisamente, la de establecer la vigilancia y control de las infecciones asociadas a la asistencia sanitaria. Para 2013 voy a solicitar al Jefe de Servicio la adquisición de esta nueva tecnología sanitaria, sin duda de poco coste y absolutamente avalada, como veis, por la evidencia científica. Con la diversión anticipada y la inquietud de un niño, ya puedo imaginarme paseando tranquilo un perro beagle macho de 2 años todas las mañanas por los pasillos del hospital. Se parará la gente a acariciarlo y haré amigos en todas las plantas. Le pondré nombre. Por su tarea ingrata de cribar el olor de las heces quizá le caiga el de algún político. 

jueves, 20 de diciembre de 2012

El sexo no tiene edad

... o de como informamos a los pacientes

Me han quitado mi golosina...
En el reverso de una encuesta enviada para comprobar su grado de satisfacción con la asistencia recibida, un hombre de 77 años anotaba con renglón titubeante el siguiente comentario: estoy muy agradecido a todos porque me han tratado muy bien, pero lo peor es que me he operado de próstata y no me dijeron que después no iba a poder disfrutar del ‘seso’…”, dando a entender que si se lo hubieran advertido debidamente, corriendo se hubiera operado. La anécdota, absolutamente verídica, es interesante porque ilustra de forma sencilla y directa una contradicción que puede estar dándose en nuestro sistema sanitario, no sabemos en qué medida: proporcionar muy satisfactoriamente unos servicios que de saber sus consecuencias los pacientes dudarían si dejarse prestar o no.

Y todo esto tiene que ver, ni más ni menos, que con el derecho que los pacientes tienen –tenemos- a conocer toda la información sobre cualquier actuación en el ámbito de nuestra salud y a decidir libremente entre las opciones clínicas disponibles, derechos ambos reconocidos en la Leybásica 41/2002 reguladora de la autonomía del paciente y de los derechos yobligaciones en materia de información y documentación clínica. Obviamente en el caso que nos ocupa, los médicos y resto de profesionales, a los que nuestro paciente agradecía su atención, no le dijeron o no supieron transmitirle adecuadamente que una de las secuelas que puede aparecer con relativa frecuencia tras una prostatectomía es la impotencia sexual. También cabría la posibilidad de que no consideraran necesario insistir mucho sobre ese riesgo: total, 77 años, ¿le importan todavía esas licencias a alguien de esa edad…?

Sea como fuere, por omisión, falta de eficacia, descuido o por paternalismo indebido, el resultado fue el mismo: nuestro hombre, muy a su pesar, no se alegrará con una erección espontánea en lo que le quede de vida. No se pudo comprobar, las encuestas son anónimas, si al paciente le dieron e hicieron firmar el documento de consentimiento informado, documento en el que debe detallarse por escrito las principales características y  riesgos de los procedimientos o intervenciones a las que van a ser sometidos los pacientes y donde éstos dan su consentimiento mediante firma. Casi pondría la mano en el fuego a que sí lo hicieron, porque nuestros profesionales suelen cumplir con esta obligación, aunque no sea más que por evitar luego problemas ante posibles demandas. El dato no vendría sino a corroborar que este derecho a ser informado y consentir por escrito en determinados casos como el de las intervenciones quirúrgicas, igualmente recogido en la ley mencionada anteriormente, se está convirtiendo la mayoría de las veces en un mero trámite burocrático cuyo principal fin no es garantizar la autonomía de la voluntad de las personas, sino salvaguardar las formas legales. ¡Existen documentos de consentimiento informado para las ecografías prenatales!, procedimiento que no entraña ningún riesgo ni para el feto ni para la madre. Pero así, las madres se dan por enteradas que con esa técnica solo se puede detectar el 60 % de las anomalías fetales existentes. Por si las moscas…

La información es uno de los puntos débiles de nuestro sistema sanitario. Así lo reflejan los pacientes en las encuestas. Los médicos, por su parte, reclaman, no sin razón, más tiempo para poder informar adecuadamente y también más apoyo por parte de la administración ante los casos de demandas de pacientes. La sensación actual en estos casos  es la de estar en la más absoluta intemperie. Quizá se necesite también más formación, sobre todo en temas relacionados con las habilidades de comunicación de nuestros profesionales. La información es la calve de la relación médico-paciente y por tanto debe ser un tema prioritario en el que tenemos que trabajar todos para mejorar la calidad de nuestro sistema sanitario.  Y también, por supuesto, porque, como se ha visto, el sexo no tiene edad y, en el futuro, yo tampoco quisiera renunciar a esa dulce golosina sin previo aviso.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

God Save [The Queen] … 20.000 millones de libras!


Aprendiendo en carne ajena


20.000 millones de libras para la Reina
En el Gobierno Británico andan también con las tijeras al aire chasqueando el filo, amenazantes y dispuestos a cortar cualquier gasto que se atreva a levantar el dedo, sin preguntar siquiera a qué mano pertenece. Entre sus objetivos está el de reducir en 20.000 millones de libras esterlinas (casi 25.000 millones de euros) los gastos del National Health Service en el período 2011-2014. Por supuesto que para ellos no se trata de recortes sino de mejoras en la eficiencia del sistema y las focalizan sobre cuatro aspectos fundamentales: mejoras en la calidad, la innovación, la productividad y la prevención.

El balance de los dos  primeros años (2011-2012) parece alentador. Los costes se han reducido en 5.800 millones de libras y en el Departamento de Salud rápidamente han sacado pecho presumiendo de ese logro. Pero hete aquí que el National Audit Office (NAO) en un reciente informe sobre el progreso de esos objetivos de ahorro ha venido a descubrir algunos borrones de no poca monta que conviene tener muy presentes. Si copiamos (imitamos) su magnífico modelo de asistencia sanitaria para nuestro Sistema Nacional de Salud seguro que también copiaremos, corregidos y aumentados, los errores que están cometiendo allí, aunque solo sea por aquello de empecinarnos en tropezar con la misma piedra las veces que haga falta hasta que la piedra se quite de en medio (aunque todos sabemos que las piedras no tienen piernas).

El primero de los avisos del NAO es que una gran parte del ahorro se ha conseguido por la vía de lo fácil: reducción de las tarifas pagadas por cada servicio prestado, congelación salarial de empleados y utilización de contratos temporales (creo que esta música ya la estamos escuchando aquí).  Queda ahora la vía de lo difícil: la bolsa de ineficiencia que tiene que ver con la gestión y los procesos clínicos. ¿Quién le pone el cascabel al gato?.

Un  segundo aviso importante es que no se sabe a ciencia cierta si esta fiebre ahorradora está suponiendo una restricción inapropiada del acceso de los pacientes a los servicios sanitarios. De hecho ya ha habido varios grupos sociales que han alertado y mostrado su preocupación por esa circunstancia.

Otro problema quizá más mundano, pero que aquí con la picaresca española seguro que lo explotaremos “ad maximum”, es el de las dudas sobre los datos suministrados por los centros sobre sus cifras reales de ahorro. Pues sí, también allí por lo visto saben de maquillaje de datos. Imagínense aquí, con la experiencia que tenemos ya en Bankia …

Por otro lado,  mucho del ahorro generado hasta el momento (cerca de un 10 %)  es ahorro no recurrente; es decir, que solo puede hacerse una vez y no es sostenible en el tiempo, como por ejemplo venta de edificios o plazas vacantes de profesionales sin cubrir. Sólo los ahorros recurrentes pueden consolidar las mejoras en la eficiencia, el resto es "pan para hoy y hambre para mañana".

Por último y verdadero nudo gordiano de la cuestión, es que, para el NAO, el camino de las mejoras de la eficiencia pasa necesariamente por la transformación interna de los servicios, principalmente por la integración de niveles asistenciales y por un mayor protagonismo de la asistencia primaria. Y en eso están todavía muy verdes. (¡no te digo aquí!) Quizá porque, como advierten,  ese tipo de cambios lleva su tiempo y al principio en lugar de ahorro, por el contrario, pueden significar un mayor coste (inversión). Y parece que ni allí ni aquí, nadie está por gastar más.

La transformación y reconfiguración de los servicios sanitarios es una prioridad urgente y así lo señala Gareth Iacobucci en un reciente editorial en el British Medical Journal ( Iacobucci G. NHSmust start reconfiguring services if it is to meet savings challenge, saysNational Audit Office. BMJ 2012; 345:e8480). Los ejes principales de esa transformación también está marcados: integración de niveles y protagonismo real de la atención primaria. Hace falta, como señala Iacobucci, hacérselo comprender a los ciudadanos y que los políticos tengan capacidad y decisión para liderarlos. ¡Ahí es nada! .


martes, 18 de diciembre de 2012

La privatización de la gestión sanitaria o la técnica del cobrador del frac

La privatización de la gestión sanitaria o  la técnica del cobrador del frac


"QUIERO LA PASTA"
El sistema sanitario privado puro es muy caro, inequitativo y socialmente inefectivo. Hay un experimento natural que lo demuestra: Estados Unidos. Es el país desarrollado con más gasto sanitario total (público más privado) en términos de PIB (17,7%) y donde más desigualdades existen tanto en términos de acceso como de resultados en salud.  Los sistemas sanitarios de base pública son, por el contrario, más baratos (9,3 % del PIB de media en  países europeos), con sistemas de cobertura prácticamente universales y “espectaculares” (sic)  mejoras en el estado de salud de la población atendida, según el último informe de la OCDE (Health at a glance 2012). Ambos modelos tienen problemas de financiación y andan a la búsqueda de soluciones para eliminar sus ineficiencias internas a la vista de que, en este momento de grave crisis económica, la aportaciones externas están empezando a ser cada vez menores, tanto en términos absolutos (disminución del PIB de los países) como relativos (disminución de la parte de PIB que se destina a sanidad).

En una reciente jornada de debate sobre sostenibilidad del sistema sanitario organizado por la Sociedad Aragonesa de Calidad Asistencial, uno de los ponentes recordaba que en Estados Unidos, Donald Berwick, antiguo administrador de los CMS (Centres for Medicare and Medicad Services) estimaba en un artículo publicado en JAMA (Berwick DM, Hackbarth AD  Eliminating waste in US Health Care JAMA 2012; 307:1513-1516)  que el margen de ineficiencia debido a la gestión clínica podía suponer del 12 al 16 % del gasto total y hasta el 25 % según los cálculos de George Halvorson, presidente y director ejecutivo de Kaiser Permanente, una de las mayores aseguradoras privadas de ese mismo país (Halvorson G Health Care will not reform itself: A User's Guide to Refocusing and Reforming American Health Care. Ed Productiviti Press, New York 2009). No parece, por tanto, que el problema de la ineficiencia sea algo exclusivo de los sistemas de provisión pública, ni que su solución venga de la mano de la gestión privada, porque de ser así, Halvorson y su aseguradora estarían libres de ese mal.

Pero tampoco hay que ponerse la venda en los ojos. Si esas cifras fuesen directamente trasladables a nuestro país, el margen de ineficiencia del gasto sanitario supondría entre 1,15 y 2,4 puntos del PIB (entre 16.000 y 25.500 millones de euros anuales, tomando como base el avance del PIB de 2011, el 74 % de los mismos correspondientes al sector público). ¿Cuál es la receta para recuperar o reducir este derroche?.  Algunos parecen querer recurrir a al método del “cobrador del frac”: dejamos su gestión en manos privadas y que éstos metan en cintura al sistema, por supuesto a cambio del pago por sus servicios, sin la seguridad de que se vaya a recuperar el dinero supuestamente malgastado y a sabiendas de que, siguiendo el ejemplo, pueden emplearse “técnicas de acoso” que dañen seriamente los fundamentos del modelo. A mi modo de ver, además de una renuncia en toda regla a los propios medios y posibilidades de intervención y reforma, es la solución más interesada y la de mayor riesgo para uno de los elementos más esenciales de nuestro estado de bienestar, a tenor del grado de seguridad, cohesión social y de justicia distributiva que ha aportado a la sociedad hasta ahora, además de por su faceta como motor de investigación y generadora de empleo, es decir, de bienestar familiar.

Desde luego que la gestión, la buena gestión, es uno de los factores clave para detectar y corregir esa bolsa de ineficiencia. Una buena gestión que debería incluir tres aspectos principales: la profesionalización o despolitización directiva (actualmente es un simple mercadeo político), la implicación de los profesionales y ciudadanos en el proceso de transformación interna de los servicios y la transparencia y rendimiento de cuentas. Sobre esos ejes giran esencialmente las recomendaciones adoptadas por el Consejo de Ministros de los Estados Miembros de la CE en 2010 para la Buena Gobernanza de los Sistemas Sanitarios, el Decálogo para el Buen Gobierno de los Centros Sanitarios y la Profesionalización de la Dirección, elaborado ¡en 2005! por la Organización Médica Colegial, o las Recomendaciones presentadas al Parlamento Vasco en 2011 por el Consejo Asesor sobre el Código de Buen Gobierno de la Sanidad Pública Vasca. Nuestros políticos, de todos los colores, deberían leer con atención esos documentos y ponerse de acuerdo para su aplicación inmediata, si de verdad quieren empezar a salvar el sistema.

Dejar la gestión en manos privadas es tomar parte a favor de la entrada en el sistema de un nuevo conflicto de intereses, además del político que ya existía, cuya eficacia está por comprobar (me remito al ejemplo americano), irreversible a medio plazo por la duración de los contratos de concesión, y de consecuencias imprevisibles: ¿recortarán en la bolsa de lo ineficiente o de cualquier lado que les permita aumentar el margen del beneficio?. Para el ciudadano al principio los efectos pueden ser inapreciables (si se deja, por ejemplo, de invertir en investigación o formación, se mediatizan los procedimientos clínicos o se renuncia a la medicina preventiva)  pero a largo plazo seguro que acaba sufriéndolos y padeciéndolos. Es la consabida fábula de la rana cocida a fuego lento que al principio está muy bien, calentita, pero que cuando quiere saltar ya no lo puede hacer porque se ha escaldado.

Si nuestro sistema sanitario es mayoritariamente público, si los sistemas públicos son más baratos, más solidarios, universales, equitativos y, además, tienen mejores resultados en salud, ¿por qué esa deriva privatizadora?. La clave es la transformación interna de los servicios, no su intervención externa. Existen herramientas que pueden aplicarse, como las mencionadas anteriormente. Hace falta más voluntad política y, desde luego, menos intereses políticos y económicos.