miércoles, 22 de mayo de 2013

Comercio de enfermedades

Un movimiento social para frenar la sobremedicación.

Si uno piensa en el éxito de los vendedores de crecepelo puede darse cuenta de lo efectivo que es tener identificado un problema que preocupa a la gente, aunque sea banal, para aprovechar la esperanza y los deseos de quienes lo padecen para hacerles morder cualquier anzuelo y vender remedios de cualquier tipo, con independencia de su composición, origen o grado de comprobación científica. Al igual que el hambre con los peces, el deseo de corregir una aflicción que nos atiza por dentro hace que, por muy grande que sea el anzuelo, no se vea más que la porción de gusano que se mueve y acabemos mordiendo incluso los ganchos de forja más basta y gruesa. Y hasta verdaderas anclas de transatlántico. Si esto, como digo, ocurre en algo de consecuencias tan ligeras para la vida, como la caída del cabello, ¿qué no ocurrirá con aquellos procesos que amenazan la supervivencia de las personas y en los que el hambre de anzuelo es todavía más irracional y poderoso?.


Pues sí, exactamente lo mismo. Que hay muchos canallas que se aprovechan de ese gancho para hacer fortuna fácil por la vía del engaño y la falta de escrúpulos. Y no hablo solo de esos mercachifles de tres al cuarto que vendían pulseras de cobre para el reuma (hace unos años vendieron miles y se las llegué a ver puestas a una legión de ancianos y a varios colegas míos), o imantadores de agua (¿se puede imantar algo que no sea metal?) para los dolores de la artrosis. También en el mundo más supuéstamente institucionalizado y normalizado, en el mundo más creídamente protegido por el filtro de la ciencia, la canallesca y la bellaquería campan por sus respetos. Con el agravante añadido de que en este otro mundo, en este mundo aparentemente más controlado que el de los simples buhoneros, muchos de los remedios que nos ofrecen, además de inútiles, puede que no sean tan inofensivos como una ducha con agua imantada o una sencilla pulsera de cobre. En muchos casos esos tratamientos pueden dar lugar a daños de diversa consideración a quien los recibe.

Ya comentamos aquí en varias entradas anteriores las diversas interferencias que tienen la industria médica y farmacéutica en el ámbito educativo, en la transparencia de los resultados de los ensayos con medicamentos, en la elaboración de guías clínicas, en la prescripción por parte de los médicos e incluso en la propia definición de las enfermedades. También hemos hablado del gran movimiento que la preocupación por la medicalización de la vida (sobrediagnóstico y sobretratamiento) está despertando en muchos ámbitos científicos, profesionales sanitarios, políticos, asociaciones de consumidores y medios de difusión científica. Pues bien, ese gran movimiento social cristalizó en una reunión celebrada en Washington en febrero de este año 2013 (www.sellingsickness.com), en la que participaron organizaciones de todos esos ámbitos sociales y que culminó con una declaración (Llamada a la acción frente al comercio con las enfermedades) en la que se alerta del peligro social e individual que la sobremedicalización conlleva, tanto por los daños físicos que ocasiona a los pacientes concretos como por el grandísimo coste económico que acarrea. Se exige también la extinción de las actividades de la industria del sector en relación con este problema y se alienta a todos los grupos implicados (comunidad científica, profesionales sanitarios, universidades, políticos, asociaciones de pacientes, prensa especializada, etc) a  actuar juntos para implantar una serie de 12 medidas que acompañan a la declaración para tratar de frenar este problema. Entre ellas, la primera, poner un "cortafuegos" entre industria médico-farmacéutica, reguladores y grupos elaboradores de guías de práctica clínica.

La declaración ha sido firmada por representantes de muchas organizaciones sin ánimo de lucro de diversos países (universidades, editoriales de prensa científica, sociedades médicas, etc). También puede firmarse a título individual. Yo lo hecho con el número 339. Os animo a hacerlo. La dirección en este enlace: Llamada a la acción frente al comercio con las enfermedades

3 comentarios:

  1. La Industria Farmacéutica es un inmenso negocio. Y los receptores (sufridores) somos los humanos (las personas) y los que no lo son (semovientes y demás seres susceptibles de ponerse enfermos, o parecido).
    Y si el negocio decae,... se suben los precios de lo que toque (o no).
    Saludos.

    http://pilar-enlanoche.blogspot.com.es/2013/05/porque-son-tan-caras-las-vacunas-en-los.html#more

    ResponderEliminar
  2. Esta lectura me ha hecho sentir algo parecido a los fuegos del fin de la expo un "in crescendo" que no defrauda al final. Me apunto a esta acción. En actitud ya lo estaba.

    ResponderEliminar

GRACIAS POR COMENTAR