viernes, 24 de mayo de 2013

Adulteración de potenciadores sexuales

El miedo al gatillazo puede acarrear un problema de salud púbica.

Pues sí, el miedo al gatillazo o el deseo de poder disfrutar la fiebre de un buen revolcón hinchado de gloria y con la misma presencia y vigor en las armas que las de un jovenzano, amenaza con convertirse en un problema de salud pública. Cada vez son más los productos y suplementos dietéticos adulterados con fármacos para la disfunción eréctil que se venden libremente como "potenciadores naturales" de la función sexual. La FDA (Food and Drug Administration) americana ha identificado más de 300 en los últimos 5 años. Se venden como sustancias naturales pero en realidad todos ellos contienen uno o varios inhibidores de la 5-difosfodiesterara (5-PDE), el milagroso principio activo de la famosa pastillita azul.


El sexo es una deliciosa golosina a la que pocos quieren renunciar. Es uno de los grandes motores de la vida y actúa escondido detrás de muchas otras ambiciones humanas como la riqueza o el poder. Está íntimamente unido a nuestra propia naturaleza animal, adherido a nuestros impulsos más primitivos y ancestrales, a los arcanos que rigen nuestra primigenia esencia reproductiva de seres vivos. La pasión sexual está en el origen de las más grandes gestas históricas, reales o ficticias, como la guerra de Troya, la muerte de Romeo y Julieta, el suicidio de Cleopatra o la perturbación demente de Juana la Loca. Y algo tan intenso, tan atractivo, tan irresistible y valioso para el goce de la vida no puede dejarse aparcado sin más ni más, solo porque el reloj de los años decida aflojar por su cuenta la tensión del ariete que ha de abrir la secreta cueva de las delicias.

Desde antiguo se han buscado incansablemente remedios para paliar la flojera de badajo, un gran inconveniente para el disfrute pleno de la pasión venérea, que puede aparecer hasta en más del 25% de los varones a partir de los cincuenta años. Esta búsqueda desesperada ha estado a punto de dejarnos sin rinocerontes, por la creencia en la acción vigorizante del polvo de su cuerno molido, o sin tigres de Bengala, por una igual creencia con respecto al efecto de alguno de sus huesos. El descubrimiento del sildenafilo (viagra), en ese sentido, ha podido contribuir no solo a la alegría de muchos varones, sino también a la conservación de estos y otros muchos animales exóticos utilizados como condimentos y remedios alternativos.

El problema es que la gran mayoría de hombres, avergonzados por la herida en el trono de su propia hombría, prefiere recurrir a la compra anónima en grandes superficies o por internet de alguna de esas dietas supuestamente naturales, aclamadas como potenciadoras del vigor sexual, que tener que pasar el sofocón de acudir al médico y a la farmacia del barrio, dando cartel público a su embarazoso problema y teniendo que pagar, además, un precio altísimo por cada una de esas píldoras del honor. Y de esto se aprovechan muchos avispados que, salpimentando sus productos con estos fármacos, muy baratos de producir en fábricas clandestinas, consiguen satisfacer las expectativas de sus compradores y, con ello, mantenerlos cautivos en la compra e incrementar de forma continuada su volumen de ventas y ganancias.

Pero son tan intrépidos y desaprensivos que no se conforman con adulterar estos vigorizantes dietéticos con un solo fármaco, sino que pueden incluir dos o más, incluyendo otros derivados análogos a los inhibidores de la 5-PDE no probados suficientemente en humanos y otros principios activos tan variopintos como las sulfonilureas, el cloramfenicol, la lidocaína o el naproxeno. Ya se han producido, de hecho, varias muertes por hipoglucemia en relación con consumo de este tipo de productos. 

El problema de salud pública es importante por la multitud de circuitos de distribución y canales de venta que estos productos tienen y por el gran volumen de consumidores potenciales. Como señalan P. Cohen y B. Venhuis en un breve artículo de opinión en JAMA en el que comentan este problema, dos posibles medidas para combatirlo son la información a los pacientes sobre los riesgos de estos remedios fraudulentos y que los profesionales tengan la mano laxa a la hora de prescribir los inhibidores 'legales' de la 5-PDE para que no se recurra a estos otros tratamientos alternativos. También contribuiría bajar los precios (cuatro pastillas de 50 mg de sildefanilo cuestan  actualmente, según puede comprobarse en el Vademecum, cerca de 30 euros). Y a poco ritmo y dedicación que uno le quisiera meter a esta afición se dejaría el jornal en la farmacia. 

Oí decir a un afamado cómico hace muy poco en la televisión, "Yo, que soy muy, muy, pero que muy amigo de tomar cosas que no me hacen falta, cosas que no necesito para nada de nada, cosas de las que podría prescindir en cualquier momento.... he de decir, sinceramente, que la viagra funciona de 'puta madre'. Entre necesitados, curiosos y adictos, que también los hay, algo habrá que hacer para facilitar el goce de la vida sin poner en peligro la salud de las personas.


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