miércoles, 29 de mayo de 2013

Una pieza de Bach cada ocho horas

Música para disminuir la ansiedad de los enfermos en las UCI

El sonido determina una impresión sensitiva en el cerebro capaz de condicionar nuestro estado de ánimo. Los ruidos y estridencias de la calle nos irritan, el llanto de un niño nos exaspera, los estrépitos y retumbes de los tambores nos sobrecogen, el suave rumor del agua nos relaja, el canto encendido de los pájaros en primavera nos estimula. El hombre, sabedor de esa capacidad moduladora del ánimo de los sonidos, ya desde el origen de los tiempos, ha unido los principales momentos y azañas de la vida a timbres y ritmos musicales que servían para realzar las emociones que en cada caso interesaba pronunciar: el valor con el martilleo grave de los tambores de guerra, la tristeza con la desolación pausada del toque de difuntos, el frenesí sexual con el repetitivo ajetreo de las danzas nupciales. E inventó la música, algo realmente excepcional y que me fascina, que despierta mi admiración por la capacidad creativa de la inteligencia humana. Inventó las armonías y los cánones, los instrumentos para tocarla, las escalas y los tonos, la  manera de atraparla mediante símbolos, la forma de describirla, transmitirla y perpetuarla en partituras. Y la música siguió hechizando las emociones y los sentimientos de los hombres, condicionando y emparejándose con su estado anímico de forma íntima e inextricablemente, uniendo milagrosamente en el recuerdo las sensaciones personales más intensas con cualquier sucesión de notas musicales que en aquel momento flotara en el aire. 


Esta cualidad de la música para estimular o frenar determinadas emociones, aun desconociendo sus mecanismos de acción, ha querido ser aprovechada de forma empírica para curar o aliviar determinadas enfermedades, o propiciar mejoras en el estado psicológico y afectivo de las personas. Es la denominada musico-terapia. Hay mucho cuento también en esto, porque donde hay desconocimiento y falta de ciencia, cualquier granuja se las da de sabio y sienta cátedra a la más mínima, e incluso puede que sean los pillos los que más abunden en este mundo. Por eso no le había hecho nunca mucho caso a esta técnica de sanación y mi propia experiencia personal me decía que en la mayoría de las ocasiones más bien buscamos una música que se acomode y refuerce nuestro estado de ánimo del momento (si estamos tristes, escuchamos boleros para llorar con más ganas) que otra que lo distraiga y lo cambie por completo. Por eso me ha llamado la atención un ensayo clínico publicado en JAMA en el que prueban la efectividad de la musicoterapia para disminuir la ansiedad y la necesidad de sedación en los pacientes sometidos a ventilación mecánica  en doce Unidades de Cuidados Intensivos de cinco hospitales de Minnesota. Ya el hacerlo y convencer a los participantes, sanitarios, familiares y pacientes, me parece un logro considerable, pero es que, además, los resultados preliminares parecen demostrar una disminución de la ansiedad y de la necesidad de sedación en los pacientes que recibieron esta intervención musical.

¿Puede realmente la música tener un efecto curativo tan poderoso?, ¿necesitaremos en los hospitales a partir de ahora canales musicales para complementar la acción de fármacos y boticas?. Parece ser que alguna pequeña pega le han sacado al diseño del estudio, aunque los mismos que lo critican animan a que se hagan ensayos clínicos de mayor magnitud para confirmar o rechazar estos primeros y sorprendentes hallazgos.

Yo estoy deseando que se hagan esos estudios. La música es un gran disfrute en sí misma y si es capaz de entrar en el cuerpo haciendo vibrar por sintonía las fibras del ánimo, seguro que la materia enferma también puede verse beneficiada de esa corriente de bienestar armónico. Es posible que en pocos años, en lugar de tranxilum se pueda prescribir en los hospitales piezas de Bach, de Beethoven o de Haendel cada ocho horas o según convenga,... o de "Iron Maiden", si se tercia, para los moteros afligidos por algún traspiés con su querida máquina de dos ruedas


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