martes, 26 de marzo de 2013

¿Por qué será...?

The Lancet y la BMA retiran su apoyo a la industria farmacéutica

No hace ni un año que la industria farmacéutica presentó en UK un documento  de 10 puntos en el que hacía explícito su compromiso ético en el que, a partir de ese momento, sustentaría sus relaciones de colaboración con los profesionales sanitarios en aras de una mayor calidad de la asistencia a los pacientes. Se titulaba "Guía sobre la colaboración entre los profesionales y la industria farmacéutica" y fue suscrito por las 18 asociaciones médicas y de enfermería más importantes  del Reino Unido, incluido el Departamento de Salud británico, el Royal College of Pysicians, el Royal College of General Practitioners, el Royal College of Nursing, The Lancet o la British Medical Asociation (BMA) entre otros.


En el primero de los puntos se justificaba la necesidad de esa colaboración en el hecho innegable de que la industria farmacéutica es una parte crítica e imprescindible para el desarrollo de los avances e innovaciones médicas y en que para sacar al mercado un nuevo medicamento se necesita una inversión media de 550 millones de libras (unos 625 millones de euros) y unos 10 a 15 años de investigación y desarrollo. No es cuestión, por tanto, de andar a la greña entre quien desarrolla y comercializa los avances y quien ha de ponerlos en boca del enfermo. Mejor todos amigos y repartir las cartas sin doblez ni marca alguna en el lomo. Si los profesionales sanitarios y la industria farmacéutica entran en riña, los golpes y puñadas que vayan a darse acabarán magullando de plano la salud y aún la vida de los pacientes. Lo mismo que cuando entrechocan los sables dos generales, maldiciéndose y jugando a la estrategia en sus retirados centros de mando, la sangre que corre no es la de ellos, sino la de los soldados. Por eso es positivo la existencia de acuerdos como ese.

No hace ni un año, como digo, que se presentó ese documento de compromiso y ya han retirado su apoyo de manera inesperada, y aún diría que airada, tanto The Lancet como la British Medical Association ¿Qué ha pasado en tan poco tiempo para escenificar tan tremendo portazo?. Pues que va a pasar, lo de siempre, que una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo. En el punto 4 del citado documento se afirma que "la industria ha de desempeñar un papel válido e importante en la provisión de formación médica" y en el punto 6 que "los delegados farmacéuticos de las compañías han de ser un valioso recurso de información para los profesionales sanitarios". Sin embargo, un estudio de revisión sistemática parece demostrar que la exposición de los profesionales sanitarios a información suministrada directamente por la industria farmacéutica conduce irremediablemente a una prescripción mayor, más cara y de peor calidad. Esta evidencia contrastada, que contradecía lo manifestado en el documento de compromiso, junto con las pocas ganas de abordar y enmendar el asunto en las reuniones de trabajo que se han mantenido desde entonces, ha precipitado la desairada salida de The Lancet y de la BMA. También el asunto de la ocultación o ataque agudo de pereza a hora de publicar los resultados de los ensayos clínicos poco favorables, cosa de la que ya hablamos aquí en otra ocasión y que en UK se ha convertido incluso en tema de debate parlamentario, ha contribuido un poco a esa toma preventiva de distancia.

Hace algunos días repasábamos las diferentes estrategias que empezó utilizando la industria del tabaco y que han copiado ahora todas las demás relacionadas con la fabricación y comercialización de productos poco saludables para luchar, por encima de cualquier consideración ética,  contra cualquier factor que pueda poner en peligro su cuenta de resultados. La estrategia número dos, la del disimulo, la de ponerse la piel de cordero para cubrir sus fauces de lobo y hacerse los mansos mezclándose amistosamente en el rebaño para lanzar sus dentelladas a diestro y siniestro sin que nadie se percate de nada, me recuerda bastante en la intención al propósito que late en la publicación de ese documento de compromiso ético por parte la industria farmacéutica. Y en ese sentido, The Lancet y la BMA han estado atentos para descubrir a tiempo el disfraz. 

Por supuesto que la estrategia número uno, la de sesgar y acomodar las investigaciones a los intereses de sus bolsillos la llevan también practicando desde hace tiempo y la tercera (lobby a políticos y autoridades) y cuarta (lavado de imagen y movimiento social) no hay más que estar en el mundo y abrir un poco los ojos para darse cuenta de que también las conocen.

Está bien y es muy positivo elaborar y hacer explícitos documentos de compromiso ético como el mencionado, pero lo que realmente tiene validez es que se cumplan. 

Que ya lo dice el dicho... más vale un 'toma' que dos 'te daré'

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR COMENTAR