miércoles, 6 de marzo de 2013

Los suicidios aumentan con la crisis

... pero no en España

Se acaba de publicar un estudio español en el European Journal of Public Health sobre las repercusiones de la crisis económica en los motivos de consulta de atención primaria por problemas de salud mental. Los resultados son de los que hacen pensar: entre el período 2006-2007 y el 2010-2011 han aumentado un 19,4 % las consultas por depresión mayor, un 8,4% los desórdenes generalizados de ansiedad, un 7,3 % los procesos por somatizaciones y un 4,6% los problemas relacionados con el alcohol. Nada bueno puede traer la miseria, que si no en cualquier puerta la querrían y agasajarían con reverencias y, sin embargo, todo el mundo trata de sacudírsela de encima como el polvo de una ceniza funesta. Por si fuera poca prueba, los autores han encontrado que ese aumento de dolencias mentales está claramente relacionado con el desempleo, los problemas para afrontar los pagos de la hipoteca o el desahucio. Quienes están bajo el agobio de alguna de esas cargas hostigantes tienen de 1,72 a 2,95 veces más probabilidades de sufrir una alteración mental de las señaladas.


Pero eso no es todo. Los Centers for Disease Control and Prevention de USA han encontrado una clara relación entre los altibajos de los ciclos económicos y el riesgo de suicidio. Aproximadamente se ha estimado que en ese país, por cada punto que aumenta la tasa de desempleo se incrementa un 0,99% la de suicidios, más incluso que en los países del entorno europeo, cuya relación se ha establecido en 0,79% de incremento de los suicidios por cada punto de desempleo. Se ha calculado que en Grecia los suicidios habrían aumentado un 60 % desde el año 2007 y que en USA se habrían producido unos 4.750 suicidios más entre los años 2007 y 2010 motivados por la crisis económica.

Yo he leído esas estadística y me ha puesto a temblar: si eso pasa ahí, en Estados Unidos, cuyo desempleo apenas es del 9,6%, que estará pasando en España, con una tasa de paro que sobrepasa el 26%?. ¿Tendremos suficientes metros de soga con la que anudarnos la garganta y aplacar por la vía del ¡que le den a todo! las punzadas de la desesperación?. He echado una ojeada a los datos del INE y por ventura u otra pasta en el carácter, nuestra mentalidad no parece que sea tan proclive a soluciones tan aparatosas y de tanto drama. La tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes apenas aumentó en España un 2,9 % entre 2006 y 2008 (de 7,36 a 7,58) y en 2011, con 6,81 suicidios por 100.000, estamos incluso un 7,4% por debajo de las cifras de 2006. 

Por qué en España no nos da tanto por acabar con todo de un plumazo y volarnos la tapa de las entendederas para librarnos de la desazón y salpicar de culpa a quien nos ha conducido a esta situación es algo que no se me alcanza y sobre lo que no me atrevo a especular. Quizá tenemos todavía demasiado cerca el recuerdo de un pasado prolongado de estrechez y penuria económica que mantiene todavía holgada nuestra capacidad de encaje, o aguantamos porque nuestra estructura y lazos familiares son todavía fuertes, o simplemente sobrellevamos la situación porque no sabemos hacer otra cosa y preferimos esperar a ver si cambia el viento y llueve el maná al doblar la esquina, que darle a nadie el gusto de vernos inmolados por culpa de su perfidia. ¡Menos mal que somos así de templados y tan poco aparatosos! De otra forma la escabechina hubiera sido insoportable.

Y, en definitiva, es algo bueno. La crisis nos vuelve tristes pero no puede con nosotros ¡Que le den!. Si no nos mata,  tarde o temprano podremos hacerle una gran peineta, que aquí, a lo visto estos días, tenemos bastante maña para esgrimir este gesto.


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