martes, 5 de febrero de 2013

Hábitos que hacen al monje

Comportamientos de las organizaciones exelentes

Hace ya algún tiempo leí un pequeño artículo de  R. Bohmer, profesor de la Harvard  Business School de Boston que me llamó la atención por la sencillez y alcance de su planteamientos (the four habits of high-value health care organizations). Venía a decir que cada organización es única e irrepetible (como cada persona), pues tiene un estructura, recursos, entorno y cultura específicos y, por tanto, lo que ha sido un éxito en una no puede transferirse o copiarse directamente en otra. Lo que si puede estudiarse y copiarse son aquellos comportamientos o hábitos organizativos comunes a todas aquellas que son tenidas por las mejores, las que comparten el trono de la gloria. Es decir, no se puede replicar la parte física del modelo pero sí sus costumbres. No se puede ser directamente el santo, pero sí obtener la santidad siguiendo su ejemplo.


Bohmer identifica cuatro comportamientos ejemplares en las organizaciones sanitarias exitosas:
  1. Planificación de actividades y decisiones basadas en criterios explícitos: que abarcan a todas las áreas de actividad: admisión, alta, pruebas diagnósticas, tratamientos, clasificación de gravedad, identificación de subgrupos homogéneos de pacientes que han de seguir una determinada vía clínica, traslados y transferencia de enfermos entre unidades u otros centros sanitarios, proceso de decisiones compartidas... en fin, todo lo que se nos ocurra. Esto, por lo visto, evita tener que centrarse en la gestión de los recursos, sobre todo de los más costosos, para centrarse en los problemas o enfermedades para los que esos recursos han de destinarse.
  2. Diseño cuidadoso de la infraestructura asistencial para cada subpoblación de pacientes: Es decir, personal, espacio físico, procedimientos de trabajo, tecnología médica y de la información, diseño del proceso clínico y todo lo necesario para atender una determinada enfermedad o grupo de pacientes. Cada subgrupo de pacientes tendría su propio subsistema de atención diseñado de forma específica para su atención y todo el aparato de formación, incentivos y gestión iría a reforzar este esquema de funcionamiento. 
  3. Medir, monitorizar y supervisar: con el objeto de controlar de forma interna el funcionamiento de los procesos y de gestionar su funcionamiento. Las organizaciones sanitarias exitosas recogen y utilizan muchísimas más medias e indicadores que los puramente requeridos por cuestiones normativas, especialmente sobre aspectos que tengan sentido para los clínicos y que les ayuden a mejorar sus actucaciones.
  4. Autoaprendizaje: principalmente evaluando y poniendo en común de forma sistemática los resultados tanto positivos como negativos de su actuación para generar conocimiento, revisando nuevas ideas y procurando mejorar siempre los resultados en sus pacientes. El conocimiento clínico es también una  propiedad de la organización que debe aprovecharse como cualquier otro recurso.
En fin, estos son los hábitos. Ahora hace falta encontrar monjes que quieran llevarlos.

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