Comprender el “negocio” de la salud
Leí hace ya cierto tiempo un
pequeño artículo en el New England Journal of Medicine en el que se ponía el ejemplo de la quiebrade Kodak para traernos a la luz el cambio de perspectiva que tenemos que
aplicar a nuestro sistema sanitario actual si no queremos correr la misma
suerte de derrumbe que esa histórica empresa.
Se relataba en ese artículo que la gran compañía fotográfica había
sido incapaz de reconocer con la antelación debida que su área de negocio no
era solo el de las cámaras y películas,
a lo que se había dedicado durante más de 130 años, sino el de la imagen, en
un sentido más amplio. Esa miopía de enfoque había impedido prestar atención a los
cambios que se estaban produciendo en el mercado y captar cuáles eran las nuevas demandas y
necesidades de los actuales clientes en la nueva era digital. Otras empresas
estuvieron más atentas y tomaron rápidamente posiciones adelantadas, difíciles de superar
incluso para un coloso del tamaño de Kodak. Y el coloso cayó al suelo herido de
muerte con gran estruendo.
Esta misma ceguera, por lo visto,
la padecieron también anteriormente y con iguales resultados las grandes compañías
ferroviarias americanas que no supieron identificar que su área de negocio era el transporte
y no solo el transporte ferroviario y cerraron los ojos a lo que se les venía
encima: carreteras, coches camiones, autobuses y aviones.
Servían estas analogías para
forzarnos a levantar la mirada y tomar consciencia de que el “negocio” al que nos dedicamos no es solo
el de la asistencia sanitaria (consultas, pruebas, procedimientos,
intervenciones, fármacos, etc) sino el de la salud, en su concepción más
general. El campo en el que se mueven los ciudadanos y en el que modifican sus
necesidades y expectativas no es en exclusiva el de las prestaciones
sanitarias, sino el de la
salud. Tenemos, por tanto, que estar atentos y enfocar nuestros radares
hacia ese ámbito más amplio y general de la salud para tratar de identificar las señales, si las
hubiera, que nos indiquen hacia dónde están cambiando las cosas y cuál es el norte que hay que tomar para no quedar atrapados, como le pasó a Kodak, en un callejón sin salida. Y parece que alguna lucecilla sí que empieza a parpadear:
1.- Casi nadie concibe ya la enfermedad como un hecho pura o exclusivamente biológico y se acepta la gran influencia de los determinantes sociales, del entorno y de los estilos o comportamientos de vida. El sistema sanitario apenas influye un 10% sobre el nivel de salud de una población.
2.- Cada vez se empiezan a identificar, medir y difundir más resultados en salud como muestra de la efectividad real de las intervenciones en una población o comunidad determinada en su conjunto (incluso en forma de rankings), no solo en los pacientes atendidos por un determinado centro sanitario.
3.- Las autoridades sanitarias empiezan a utilizar esas medidas como herramientas de transparencia y mecanismos de ajuste para guiar la financiación y sistemas de reembolso a los dispositivos asistenciales de una determinada área geográfica (ya se ha comentado aquí el caso de los reingresos).
En resumen, que las señales apuntan a que el objetivo es la salud de la comunidad, no la cantidad y ni siquiera la calidad de los procesos asistenciales de un determinado centro sanitario. Si queremos adaptarnos a los nuevos tiempos y no sucumbir en el sedimento del pasado debemos centrarnos en objetivos de salud comunitarios, incluyendo aspectos que quizá ahora veamos alejados de nuestra actividad ordinaria asistencial (muertes prematuras, días con discapacidad física, días con discapacidad mental, % de obesos, % fumadores, tasa de violencia familiar, etc), pero que están conformando los deseos de una nueva era que se asoma al futuro.
Y para ello no nos quedará otro remedio que trabajar de forma coordinada entre todos los dispositivos sociales, sanitarios y de salud pública que operan en una determinada comunidad compartiendo programas, metas y objetivos. Parece que llega en serio la era de la integración. Nuestro momento Kodak, que si lo dejamos pasar, nos hundirá, como al gigante fotográfico, en el precipicio de la destrucción inadvertida.
De la muerte por descuido.
3.- Las autoridades sanitarias empiezan a utilizar esas medidas como herramientas de transparencia y mecanismos de ajuste para guiar la financiación y sistemas de reembolso a los dispositivos asistenciales de una determinada área geográfica (ya se ha comentado aquí el caso de los reingresos).
En resumen, que las señales apuntan a que el objetivo es la salud de la comunidad, no la cantidad y ni siquiera la calidad de los procesos asistenciales de un determinado centro sanitario. Si queremos adaptarnos a los nuevos tiempos y no sucumbir en el sedimento del pasado debemos centrarnos en objetivos de salud comunitarios, incluyendo aspectos que quizá ahora veamos alejados de nuestra actividad ordinaria asistencial (muertes prematuras, días con discapacidad física, días con discapacidad mental, % de obesos, % fumadores, tasa de violencia familiar, etc), pero que están conformando los deseos de una nueva era que se asoma al futuro.
Y para ello no nos quedará otro remedio que trabajar de forma coordinada entre todos los dispositivos sociales, sanitarios y de salud pública que operan en una determinada comunidad compartiendo programas, metas y objetivos. Parece que llega en serio la era de la integración. Nuestro momento Kodak, que si lo dejamos pasar, nos hundirá, como al gigante fotográfico, en el precipicio de la destrucción inadvertida.
De la muerte por descuido.
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