miércoles, 27 de febrero de 2013

Ya desde tiernos

Industria farmacéutica y estudiantes

Todavía no hemos acabado de solucionar el problema de las relaciones y conflictos de interés entre la industria farmacéutica y los médicos, de sacudirnos de forma efectiva la influencia de sus estrategias de marketing sobre los hábitos de prescripción de los profesionales, cuando  comienza a ponerse en evidencia  la existencia de otro frente de manipulación comercial mucho más sutil y profundo: la voluntad y la disposición subsconsciente de los estudiantes. Su alma.


La situación la denuncian en un reciente artículo publicado este mes en Brtish Medical Journal un grupo de investigadores de las Universidades de Yale y Columbia, editorializado por Aaron S Kelsselheim, de la Universidad de Harvard, con el sugerente título de "Regalos de la compañías farmacéuticas a los estudiantes: el currículum oculto". En el trabajo original, King M. y colegas demuestran que aquellos médicos que acudieron a universidades en las que estaba prohibido el reparto de regalos y de cualquier otra atención a los estudiantes por parte de la industria farmacéutica prescribían en mucha menor medida dos de los tres nuevos productos farmacéuticos psicotrópicos monitorizados en el estudio, para los que existía tratamientos alternativos, incluso en forma de genéricos y que aparentemente no aportaban beneficios adicionales sobre los previamente existentes.

La explicación propuesta es que el acercamiento de la industria farmacéutica a los estudiantes condiciona una mayor receptividad de éstos hacia sus mensajes comerciales al haber integrado su imagen como algo natural dentro de sus relaciones y las de sus profesores. Un sutil condicionamiento cultural que rebaja la visión crítica de los futuros médicos y facilita el camino y la predisposición a cualquier nueva propuesta que venga desde esas empresas dadivosas, amables y bien dispuestas.

La estrategia no es nueva, aún diría yo que es vieja como los tiempos, moldear la mente de los jóvenes y abrir sus corazones a los abrazos de una nueva proclama que en edades más leñosas sería muy difícil de introducir. En el terreno de la salud, la industria tabaquera también tiene como objetivo a los jóvenes, por su mayor vulnerabilidad a cualquier propaganda y porque conseguirán un cliente para largo plazo; pero también en otros terrenos menos mundanos, como la religión o la educación en valores,  vemos que son los jóvenes, cuanto más tiernos mejor, el tempero mejor abonado para esas semillas. Si la industria farmacéutica introduce una imagen colaboradora y amable en la mente de los jóvenes a base de agasajos y regalos, desarma o suaviza cualquier inclinación crítica que en un futuro pudiera brotar hacia los productos que les presenten cuando sean profesionales y estén ejerciendo como tales.

El conflicto ético está servido. ¿Deben tomar medidas las Universidades para evitar este tipo de influencias?. Yo desde luego en España lo veo difícil por no decir imposible. Ni se pueden "cerrar" los campus universitarios ni controlar lo que los estudiantes hacen fuera de los mismos. Pero lo que sí  se puede hacer es combatir en el mismo terreno y aprovechar la ventaja de posición que allí se tiene. Es decir, fomentar el espíritu crítico de los estudiantes con respecto a la efectividad y adecuación de las intervenciones sanitarias, en general y de las prescripciones farmacéuticas, en particular. El largo recorrido que ya tiene la denominada Medicina Basada en la Evidencia permite acumular un cuerpo doctrinal suficiente como para incorporarla al bagaje curricular de los estudiantes de medicina y de las ciencias de la salud en general. La formación y la cultura, en el sentido de acopio de conocimientos, valores y principios, es la variable de mayor influencia en el comportamiento humano, mucho más que cualquier otra de las denominadas variables "fuertes", o "duras", como los incentivos o el dinero.

Esta sería una buena forma de empezar a apuntalar la sostenibilidad futura de un sistema que nadie queremos que se desgarre. Y mucho menos a cuenta de que otros hagan el 'caldo gordo'. 

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